Iglesia Presbiteriana Cristo Redentor

Retomando nuestra serie sobre Hebreos en el capítulo 10, encontramos una actividad que se hizo una sola vez y varias que se deben hacer continuamente. Lo importante es fijarnos bien en quién hizo la actividad única y quién hace las actividades continuas.

Independientemente de cómo nos fue en 2015, tenemos una esperanza de vida eterna, que únicamente recibimos por la fe en nuestro Señor Jesucristo, y que es una bendición, que no se compara con ninguna.¡Expresemos nuestra gratitud a Dios nuestro Señor!

En las última semanas hemos visto hacia atrás y luego hacia adelante y aprendiendo que todas las promesas de Dios están seguras en Cristo. Sin embargo, ¿será eso suficiente para mantenernos fieles en el próximo año, especialmente cuando el costo de ser un discípulo es tan alto?

Mirando hacia adelante, con plena confianza en Dios, estamos seguros de nuestra salvación. Veremos cómo Dios entregó a Zacarías las mejores noticias, y aunque dudó que sucedieran, Dios fue fiel en cumplirlas.

A punto de la llegada de la mayor esperanza que la humanidad vería (el nacimiento de Cristo), Dios inicia esta era del Nuevo Testamento con una mirada al pasado. Al encarar con honestidad nuestro pasado (aún las partes más feas), podemos estar llenos de más esperanza para este nuevo año de lo que pensamos posible.

En la segunda mitad de Hebreos 9, el autor compara el nuevo pacto a un testamento, el cual entró en vigor cuando el testador murió.

Durante siglos, el pueblo de Dios seguía la mejor ruta disponible, pero siempre encontraba el camino cerrado. Por fin, el camino se abrió. Ahora, lo único que tenemos que hacer es tomarlo.

En Hebreos 8, el autor nos ayuda a distinguir entre sombras y realidades para que podamos estar tranquilos; eternamente tranquilos.

En el Antiguo Testamento, Dios había prometido muchas bendiciones a su pueblo, y vivían esperando recibirlas, muchas de la cuales no se cumplieron hasta el Nuevo Testamento. Aún nosotros, que vivimos bajo un nuevo pacto, seguimos viviendo a la expectativa de las promesas de Dios.

¡Por fin! Después de haber mencionado a Melquisedec tres veces, el autor por fin nos va a explicar su significado en referencia a su tema principal – la superioridad de Cristo. Este personaje misterioso aparece solo dos veces en todo el Antiguo Testamento, pero contribuye mucho a nuestro entendimiento de qué ha hecho Cristo por nosotros.

Leyendo este capítulo entero en el contexto de la carta entera, encontramos que es algo típico de esta carta – una fuerte advertencia y una esperanza sólida. Sin entender lo serio del peligro, no podemos entender lo grandioso de la esperanza.

¿Orar juntos forma realmente parte esencial de una iglesia sana? ¿Que no orar en casa, en lo personal, es básicamente la misma cosa? Exploremos las formas en las que podemos participar en uno de los ministerios más importantes de nuestra vida cristiana juntos.

Es desconcertante llegar a cierta edad cronológica o cierta edad en la fe cristiana y darnos cuenta de que todavía estamos muy lejos, no solo de la meta, sino también de donde debemos estar a estas alturas. A pesar de algunas cualidades admirables, los lectores originales de la Carta a los Hebreos no habían avanzado como deberían.

La Biblia reta radicalmente las dos visiones sobre el sufrimiento (epicureos y estoicos) con una teología sobre el sufrimiento que canta con gozo. ¿Cómo puede ser esto? Descúbrelo, en lo que estudiamos este tema tan importante juntos.

Los israelitas extendieron un viaje de menos de dos meses en uno de cuarenta años. Su problema no fue tanto un obstáculo exterior sino uno interior, dentro de ellos. En Hebreos 4, el autor sigue reflexionando sobre su experiencia para ayudarnos a llegar sin demora a nuestro descanso.

Iglesia Presbiteriana Cristo Redentor

Iglesia Presbiteriana Cristo Redentor

En el capítulo tres, escuchamos otra exhortación que nos permite ayudarnos los unos a los otros en esta carrera de fe en la cual estamos todos juntos.

El pastor que escribió el libro de Hebreos sabía que en su congregación (así como en la nuestra) el peligro más grande para nuestras almas es la falta de profundizar contra el pecado y simplemente descuidar nuestra salvación. Lo que parece tan inofensivo y que es practicado por tantas personas que se hacen llamar "cristianos" tendrá consecuencias eternas devastadoras.

En el segundo capítulo, el autor agregó otra idea: Cristo es semejante a nosotros. La combinación de estos dos mensajes, que Cristo es superior y que fue igual a nosotros, es exactamente lo que necesitamos para seguir adelante en la lucha cristiana.